JULIO DOMINGUEZ
ARJONA Sevilla 15 de Enero
de 2007
Tras la obligada referencia al Señor de
Pasión en los días de su Novena, hemos querido iniciar la temporada
"cuaresmal" del Coleccionable con una entrega impactante y para ello
hemos recurrido a la impagable colaboración de nuestro amigo, Carlos
Sainz de Vicuña, con el que compartimos, aparte de una nostalgia
infinita de Sevilla y su Semana Santa desde nuestro exilio , la afición
coleccionista por la fotografía antigua. Y antigua, con un siglo sobre
sus espaldas, es la fotografía que hoy nos cede para disfrute de todos
los que siguen este Coleccionable.-
Una primera impresión, podría hacernos pensar
en el paso alegórico del Sagrado Decreto de la Trinidad y de hecho en
alguna de las escasas imágenes existentes sobre el paso que hoy nos
ocupa se incurre en este error de identificación. Las túnicas de los
nazarenos y la disposición de las figuras que presiden el paso nos hacen
descartar rápidamente esta posibilidad. La escena representada es la
alegoría del Triunfo de la Santa Cruz, también un misterio protagonizado
por una trinidad, pero en este caso se trata de las Tres Virtudes
Teologales con la Fe delante de una palmera coronada por la Santa Cruz.
Al pie de este grupo que figuraba sobre una nube se encontraban los
cuatro evangelistas, siendo todas las esculturas del olvidado escultor
Manuel Pérez Gisbert que las entregó a la Hermandad de la Hiniesta el 2
de abril de 1906. La cofradía acababa de ser reorganizada el año
anterior tras un intento frustrado en el último cuarto del siglo XIX
durante el que procesionó de forma intermitente en diversos días de la
Semana Mayor hasta dejar de hacerlo 1891. Tras realizar la
estación de penitencia únicamente en los años 1906, 1907, 1908 y 1912 la
cofradía se deshizo de este interesante paso alegórico y, lo que es más
grave, el Triunfo de la Santa Cruz dejó de ser titular de la
hermandad.
La fotografía, de gran calidad técnica, nos
permite recrearnos en escenas costumbristas como en el aguador con la
cántara y el jarrillo de lata, la niña que pide caramelos a un nazareno
del último tramo o en una casi irreconocible acera izquierda de la calle
Feria. Los nazarenos visten en estos años una túnica híbrida con
respecto a la que actualmente utilizan en las comitivas del Cristo y la
Virgen. A saber, túnicas blancas de cola con cinturón de esparto y
antifaz celeste de raso. Tras el paso alegórico figura el senatus de la
cofradía y si nos fijamos, en lontananza, se adivina detrás un segundo
paso con el crucificado de la Buena Muerte. En esta época la
Hiniesta empezó a utilizar el magnífico crucificado de Felipe de Ribas
que coronaba el retablo mayor de San Julián hasta su destrucción por el
incendio intencionado de 1932, incendio del que por cierto se cumplen
este año el 75 aniversario. El Cristo de la Buena Muerte procesionaba
todavía sin la compañía de la Magdalena que se incorporaría en 1909.
Tras este segundo paso siguen viéndose nazarenos, por lo que deducimos
que la cofradía hacia estación también con el palio dedicado a la Virgen
de la Hiniesta.-
La mayor sorpresa al examinar esta
espléndida fotografía nos la deparan las andas que portan el paso
alegórico. Por referencias gráficas anteriores y de la prensa de la
época estas andas se describían como de madera dorada, de estilo
neogótico con canasto de decoración geométrica, crestería a modo de
gabletes y desprovistas de respiraderos. A la vista está que está
descripción no se corresponde con el paso alegórico de nuestra
fotografía de madera oscura con aplicaciones metálicas y líneas rectas
con las esquinas achaflanadas. Muy similar, si no idéntico al que se
estrenaría en ese año de 1906 para el Cristo de la Buena Muerte. La
confusión es mayor si añadimos que al dejar de procesionar el misterio
alegórico en 1912 su paso se vende a la Hermandad de los Negritos para
el Cristo de la Fundación y las fotografías de esa época nos muestran
que se trataba de un canasto neogótico. Estas andas habían tenido además
una vida corta pero azarosa. Tras su estreno en 1885 para portar el
anterior misterio del Triunfo de la Santa Cruz, la práctica desaparición
de la hermandad de la Hiniesta a finales del siglo XIX posibilitó que
fuera utilizado para albergar el misterio de la Sagrada Cena, que volvía
a procesionar a partir de 1897, por cierto estrenando un apostolado obra
también del antes citado imaginero Manuel Pérez Gisbert. ¿La Hermandad
de la Hiniesta estrenó realmente en 1906 dos pasos similares de madera
oscura?, o, como parece más lógico, sólo uno, que al desparecer el
misterio alegórico pasaría a portar al crucificado. La lejanía en
nuestra fotografía de hoy del paso del Cristo de la Buena Muerte no nos
permite certificar definitivamente esta hipótesis.