Hoy hace exactamente dos años asistíamos
atónitos a uno de los episodios más tristes de las últimas Semanas
Santas. La Parroquia del Divino Salvador, tras décadas de abandono, era
cerrada sin previo aviso por el arzobispado.
Un comunicado de apenas siete líneas obligaba
al cierre inmediato del templo cuando el Santísimo Cristo del Amor
esperaba en vano en su altar del Quinario ser devuelto a su capilla en
un tradicional y devoto Via Crucis previsto para esa misma
tarde.
Como acto de desagravio, traemos una imagen de
los pasos del Amor en la nave de la Epístola del Salvador en una Semana
Santa lejana. Los detalles del paso del Cristo y el palio de la Virgen
del Socorro nos permiten fecharla entre 1930 y 1940. La Virgen estrenó
las magníficas y originales bambalinas que vemos en la fotografía en la
Semana Santa de 1930. Se trata del último trabajo del taller de José del
Olmo que hubo de subcontratarlo con el convento de las Adoratrices y que
desde 1963 se encuentra en la Hermandad del Descendimiento de Carmona
dando cobijo a la Dolorosa de las Angustias.
Por su parte el paso del Santísimo Cristo está
todavía sin alargar y sin los candelabros del centro de los costados que
se estrenaron el Domingo de Ramos de 1941. Estas andas son las segundas
más antiguas (1694) después de las del Gran Poder y fueron ejecutadas
por Francisco Antonio Gijón incluyendo ya el pelícano y los cuatro
ángeles con filacterias. En esa década de los treinta la cofradía pasó
diversas vicisitudes aunque fue una etapa de asentamiento en su nueva
residencia a la que se había trasladado en 1922 tras unos años de
cambios frecuentes. Entre los acontecimientos de esa década destacamos
la instalación del monumental retablo cerámico del Cristo del Amor de la
calle Villegas (1930), la renuncia a efectuar la estación de penitencia
en el trienio 1932-34 y la adquisición en 1935 del actual San Juan de
Castillo Lastrucci que, al no salir entonces el paso de La Borriquita se
utilizó para acompañar a la Virgen del Socorro en las salidas de 1938 y
1939.
La fotografía esta bañada por la luz de
primeras horas de la tarde que entra por los lunetos de la fachada
principal del templo creando una atmósfera de intemporalidad. No vemos
el paso de misterio ni la Virgen parece acompañada de San Juan lo que
permitiría aventurar una datación más precisa de la toma a la que por
esta vez renunciamos.