Entre los múltiples aniversarios que se
celebran este año dentro del mundo de las cofradías hay uno que me temo
pasará desapercibido. Se refiere a una experiencia que nacida con las
mejores intenciones, tuvo la desgracia de coincidir en el tiempo con una
época de declive relativo de la Semana Santa, y que acabó apenas diez
años después entre la indiferencia general. Me estoy refiriendo al Museo
de la Semana Santa o Museo de las Cofradías de cuya inauguración se
cumpliran este año . Concretamente el 15 de agosto de 1965 eran
bendecidas, tras dieciocho meses de obras de adaptación dirigidas
por Delgado Roig, sus instalaciones en tres salones del Hospital
de los Venerables por el Cardenal Bueno Monreal en presencia de las
máximas autoridades civiles, militares y cofradieras. La fecha aunque
muy sevillana y mariana no nos parece, al menos con la mentalidad de
hoy, la fecha más indicada para inaugurar un museo en Sevilla. Suponemos
que entonces el éxodo veraniego no sería tan absoluto como en la
actualidad, porque calor haría el mismo y además sin aire
acondicionado.
Dependiente del Consejo de Cofradías se creó
un Patronato a cuyo frente estaba el Ilmo. Sr. Don Emilio Aguilar Vera,
presidente del Consejo, nombrándose un director-conservador, cargo que
inicialmente recayó en Don Joaquín González Moreno. Al ser imposible
disponer simultáneamente de los enseres de todas las hermandades se ideo
un sistema de exposición rotatoria.
El Museo contaba con tres salas que
inicialmente fueron dedicadas a: "Arte Antiguo" (con enseres de los
siglos XV a XIX), "Culto interno" y "La procesión en la calle". Dentro
de ellas colgaban las inevitables fotografías en gran formato de Luís
Arenas y se distribuían un total veintisiete vitrinas. Estas tenían un
diseño funcional y fueron muy criticadas por su austeridad de líneas
(perfiles lisos de hierro negro) y por el recubrimiento interior de
terciopelo plástico que producía un ensuciamiento precoz de las obras de
plata expuestas en ellas.
La respuesta del público tanto foráneo como
local no fue la esperada, intentándose aumentar las visitas contactando
con las agencias de viajes y organizando diversas actividades orientadas
a los cofrades. Así, tras ser nombrado director Don José Luís de la Rosa
Domínguez dos años después, se programaron proyecciones de
películas y diapositivas, conciertos de marchas procesionales,
conferencias e incluso la presentación de un nuevo artefacto para
sustituir a los costaleros.
A esta segunda época corresponden las
fotografías que aportamos, fechables entre 1967 y 1968, en que el
criticado recubrimiento interior de las vitrinas ya había sido
sustituido por damasco rojo. En la primera fotografía vemos en primer
término la imagen del Cirineo de la Hermandad de San Roque, obra de
Antonio Illanes estrenado en 1963, al fondo junto a una recreación de un
altar de insignias que aparece tapado, un nazareno de la Candelaria y un
Crucificado sin policromar que no hemos podido
identificar.
Como representación de las vitrinas, traemos
en primer lugar la dedicada a la Hermandad de la Estrella y en la que
contemplamos la saya burdeos bordada por Carrasquilla que estrenaría en
la Semana Santa de 1969, una reproducción de la Virgen de tamaño
académico, las potencias de plata sobredorada de 1954 y un boceto de
Antonio Castillo Lastrucci del paso de misterio (1949).
Por último, aportamos una fotografía de una
vitrina con valiosos enseres de la cofradía del Calvario. En ella vemos
dos de las bocinas del paso del Cristo con paños de Rodríguez Ojeda con
los profetas mayores (1916), un remate de cruz y las preciosas jarras de
plata que lucen a ambos lados del crucificado desde 1960. Pero sin duda
lo que mas llama la atención es el conjunto "híbrido" de los
respiraderos del palio (1959) con los antiguos faldones de damasco
grosella con bordados en plata del paso de cristo con la escena del
traslado al sepulcro. Estos faldones tuvieron que dejarse de utilizar en
1960 al haberse agrandado los respiraderos de caoba y no tener
anchura suficiente, siendo sustituidos hasta hace poco que se
restauraron por unos simples faldones de terciopelo liso
burdeos.