JULIO DOMINGUEZ
ARJONA Sevilla 19 de
Septiembre de 2005
La pasada semana se presentó oficialmente la
exposición "Sevilla aguja y oro, arte y esplendor del bordado" que
abrirá sus puertas en el Museo de Arte y Tradiciones Populares de Roma
el próximo día 11 de octubre. Con este motivo viajarán, esperemos que
con las máximas garantías, 115 obras de bordados, la mayoría procedentes
de hermandades sevillanas. Esta circunstancia nos ha hecho recordar un
traslado también masivo de enseres cofradieros sevillanos a la Ciudad
Eterna que tuvo lugar hace más de cincuenta años y del que aportamos la
insólita fotografía que encabeza estas líneas.
Como todos habrán reconocido se trata del
simpecado de la Amargura, probablemente la pieza de bordado cofradiero
más famosa de Sevilla, sujeta por un hermano vestido de "serio" y
rodeado de sacerdotes con sotana. El lugar, es una de las
puertas laterales de la Basílica de San Pedro en el Vaticano, junto a la
que vemos apoyada otra insignia mariana. La ocasión, los actos
organizados con ocasión de la proclamación dogmática de la Realeza de
María por Pío XII el 1 de noviembre de 1954. Organizado por el Cardenal
Segura numerosas cofradías sevillanas desplazaron a Roma
representaciones e insignias, entre las que destacó este soberbio
simpecado que los cofrades de la Amargura acompañaron bajo el lema "A
Roma, tras el amor de la Virgen Santísima". Esta obra maestra del
bordado sevillano está diseñada, paradójicamente por un artista que
nació y vivió lejos de nuestra ciudad, Antonio Cobos, fallecido hace
pocos años a muy avanzada edad. Dibujante e ilustrador, nacido en
Guadalajara en 1908 e hijo adoptivo del Real Sitio de San Lorenzo del
Escorial, diseñó en la década de los cuarenta numerosos enseres para la
Hermandades de la Amargura y del Santo Entierro, gracias a su amistad
con Luis Ortiz Muñoz. De la hermandad de San Juan de la Palma se hizo
hermano, saliendo como nazareno varios años junto a esta, su insignia
predilecta.
Otra muestra del arte cofradiero sevillano, en
este caso de la orfebrería, que viajó a Roma en la década de los
cincuenta del siglo pasado, en este caso para quedarse. Se trata de dos
regalos que el Estado Español regaló al Papa Pío XII con ocasión de la
proclamación solemne de otro dogma mariano, la Asunción de la Virgen, en
1950. La primera fotografía corresponde, créanselo ustedes, a un
micrófono de oro y plata repujada. Si se fijan verán que el arco de
medio punto está cubierto por una rejilla por donde se recogía el
sonido. En el centro de la base luce el escudo de España . Toda la
decoración de esta base es muy barroca, sevillana y por tanto
cofradiera, pero, al igual que ocurría con el simpecado de la Amargura
su diseño es obra de un artista foráneo, el mentado Antonio Cobos. La
labor de orfebrería fue realizada por el sevillano Manuel Seco Velasco
autor también del segundo regalo cuya fotografía
reproducimos.
Se trata de una arqueta de plata con paneles
de cordobán con ángeles músicos en las esquinas y que contenía unos
rollos de película con música sacra española. Parece ser que estos
regalos fueron muy del agrado del Pontífice que no quiso separarse de
ellos mandándolos al llamado Museo de los Regalos sino que ordenó se
instalasen en El Tronetto, sala contigua a sus habitaciones privadas
dónde se le veía con frecuencia admirando estas joyas de la orfebrería
sevillana.