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UNA AGUAORA DE CAFE   
ANÉCDOTAS Y CURIOSIDADES DE LA SEMANA SANTA DE SEVILLA


UNA AGUAORA DE CAFE 
 
JULIO DOMINGUEZ ARJONA 
5 de Marzo de 2006

Nuestra mediaticamente maltrecha Madrugada ( madrugá en madrileño) , es sin duda toda una prueba de resistencia , es fisicamente muy dura .-

Quizás el momento mas duro fisicamente es el transito al amanecer, sobre todo en esas Semana Santas humedamente frias , donde Sevilla recuerda a una Venecia sin canales , pero por donde resuma el agua como si sus paredes y adoquinados  fueran las de un bucaro .-

Pues bien, la acción de nuestra anécdota ( absolutamente verídica, como decía nuestro recordado Paco Gandia, que sin duda en la Gloria estará y los angeles tambien estaran en la gloria escuchando sus casos verídicos ) , sucede en una Madrugada, muy fria, muy humeda, donde los rostros de hombres y mujeres se quedan como demacrados , al despuntar la mañana .-

Al ser absolutamente real, no voy a dar muchas  pistas, digamos que en una época indeterminada de mitad del siglo pasado , un capataz de uno de los pasos  no de palio y de una hermandad no enlutada ( ya no doy mas datos ) , iba con su ardua labor ya llegando al barrio donde tenia su sede la cofradia .-

El susodicho capataz, como toda su familia , era de la colación ,  siendo muy conocido y en una de las arriá del paso, vio a una vecina y amiga que contemplaba desde el balcón del principal de su casa , el transcurrir de la cofradia . Al verlo , no dudo a voz en grito  decirle lo siguiente :

- !!Hijo, que malita cara trae !!

Apiadandose de su maltrecho aspecto, y de como el frio de toda una noche. se reflejaba en su cara continuó :

- ¿Te bajo ligera un cafelito ?

El sufrido hombre, no lo dudo un instante y asintio con la cabeza , a la vez que con las manos le rogaba que se diera la mayor prisa posible .-

En un tiempo record, aparecio entre la multitud , la sonriente señora llevando en una mano un termo de café y un vaso de plástico  , se lo sirvió , comunicandole que se podria quedar con el vaso , para que se lo tomara tranquilamente .-

El capataz se echó a un lado, dejando el mando del paso a su segundo y como estaba helado de frio se tiró el cafe a pecho , sin reparar que el café estaba casi hirviendo ,  quemandose la lengua y  con la boca ardiendo  .-

La señora que a la misma velocidad habia regresado a su balcón , le hizo un gesto interrognadole si le habia sentado bien . El quemado capataz cuando recuperó el habla, a duras penas  exclamó :

- "! Mi arma ; ... que bueno te ha salio el termo !".-
 

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