JULIO DOMINGUEZ ARJONA Sevilla 7 de Diciembre de 2006
Don Victor José Gonzalez Ramallo, nos hace
una nueva e interesantisima entrega
En nuestra entrega anterior hacíamos
referencia a los cambios en los itinerarios de regreso de las cofradías
de la Madrugada centrándonos especialmente en los experimentados
por las dos primeras, El Silencio y El Gran Poder.
La tercera cofradía de negro, El Calvario,
es la que más asociamos al tránsito por el Postigo y la zona
del Molviedro no en vano fue la primera que se vio obligada a adoptarlo
en su recorrido de regreso a la Magdalena. Probablemente sorprenderá
a algunos que hasta la Guerra Civil el Calvario volviera por Hernando Colón
nuevamente a la Plaza de San Francisco, teniendo que atravesar la carrera
oficial hacia la Plaza Nueva. Al tratarse de la antepenúltima cofradía
del día es evidente que, pese a la menor longitud de los cortejos
penitenciales en aquellos años, debía emplear algún
"truco" para no verse obligada a sufrir un gran parón junto al Banco
de España a la espera que terminasen de pasar las dos cofradías
que le siguen en la Carrera Oficial. En la realidad no esperaba a que esta
quedase definitivamente libre si no que aprovechaba el entonces habitual
retraso de Los Gitanos para pasar justo por detrás del palio de
la Esperanza de Triana antes de que la cruz de guía de Los Gitanos
hiciera acto de presencia. El aumento del número de nazarenos y
sobre todo la mayor rigidez en el cumplimiento de los horarios impuesto
por el Cardenal Segura obligaron en la inmediata postguerra a abandonar
definitivamente esta curiosa solución, que no era infrecuente en
las dos primeras décadas del siglo XX lo que ocasiono no pocos enfrentamientos
entre cofradías obligadas a cruzarse en esta plaza o en la Punta
del Diamante.
En nuestra fotografía de hoy vemos al Santísimo Cristo del
Calvario sobre su actual paso estrenado en 1909 que parece lucir ya los
faldones de damasco grosella bordados por la familia Farfán en 1927
y que se retirarían en 1960 al ampliarse las andas para recuperarse
hace unos años. Los entrantes del canasto están ocupados
por los faroles de Seco estrenados en 1926 y las águilas de las
esquinas podrían contar ya con los apliques de plata con que las
dotaría Jorge Ferrer en 1930. Vemos como tanto el numero de nazarenos
como el de espectadores parecen muy escasos en esas primeras horas de la
mañana, llamando la atención el relativo desorden del cortejo
cuyas filas no son respetadas por el público. El paso está
desembocando en la Plaza de San Francisco a la altura de la esquina que
ocupa actualmente la juguetería Cuevas, presto a iniciar el giro
hacia el entonces flamante edificio del Banco de España inaugurado
en 1928.