La corona en cuestión es de plata
dorada con incrustaciones de piedras preciosas y perlas sobre un
aro circular plano y había sido donada por el cofrade de
la Esperanza de Triana Flores a su Virgen en 1929. Los años
turbulentos que siguieron a 1931 y la decisión de la viuda
del donante de enajenar la corona para pasar a la Hermandad de la
Macarena en 1936, hace que las muestras gráficas de la Esperanza
trianera con ella sean muy escasas. En 1937 tres hermanos de la cofradía
radicada entonces en San Jacinto regalan una nueva corona de metal
dorado que sería la que utilizaría la Virgen en sus
salidas procesionales hasta el estreno de la de Jesús Domínguez
en 1963. En nuestra primera fotografía
podemos ver a la Esperanza de Triana
Tras recuperar la Macarena su tradicional
corona de oro en febrero de 1937 al serle devuelta por el General
Queipo de Llano, está quedó sin uso hasta que fuera
cedida en 1941 a la Hermandad de Los Gitanos. La circunstancia
que propició está donación fue la siguiente.
Sabido es que al ser quemada la Parroquia de San Román por
las turbas marxistas, la hermandad quedó sin imágenes titulares
ni enseres procesionales. Rápidamente se encargó una
nueva Virgen de las Angustias al imaginero José Antonio
Rodríguez Fernández-Andes, que sería bendecida
el 14 de marzo de 1937 por el padre jesuita Pedro Ayala, actuando
como madrina Maruja Queipo de Llano. La especial vinculación de
su padre, el laureado general a la Hermandad de la Macarena posibilitó
sin duda la donación de la peregrina corona a una hermandad
popular que estaba pasando por momentos muy difíciles.
Nuestra fotografía final corresponde
a una foto de mediados de los cuarenta, cuando la Virgen de las
Angustias residía provisionalmente en Santa Catalina, y nos
permite apreciar con más detalle la bella presea que nos
ocupa. La Virgen de las Angustias la lució durante la estación
de penitencia de treinta años , siendo sustituida
por la actual de Manuel Seco Velasco de más de tres quilos
y medio de oro en 1972. Para ello le fue impuesta por el Cardenal
Bueno Monreal el Viernes de Dolores en la plaza de San Román,
siendo la utilizada, dada su riqueza y calidad, en la coronación
canónica de octubre de 1988