Hoy en su salida hacia la Aldea, la Hermandad
de Triana, hará su parada ante la sede de las hermandades de penitencia
trianeras. Este año será especialmente significada su estación
ante la Parroquia de La O dentro de la que ya se espera anhelantemente la
Coronación Canónica de su Dolorosa para dentro de apenas diez
días. Tras su presentación a principios de este mes
, hemos tenido ocasión de admirar la valiosa y original corona de
oro que Orfebrería Triana ha elaborado para la Virgen de la O durante
la exposición que ha tenido lugar en el Círculo Mercantil. .
Nos ha parecido muy llamativa y oportuna la imagen que hoy presentamos, en
al que María Santísima de La O luce una profusión de
joyas difícilmente superable y desde luego muy alejada de la estética
y usos actuales.
La costumbre de enjoyar a las dolorosas
sevillanas es muy antigua pero es a raíz de los cambios sociales y
del renacer de las hermandades en la segunda mitad del siglo XIX cuando coge
auge. Los años veinte suponen una nueva etapa de desarrollo de esta
moda en el adorno de las Vírgenes sevillanas, que tras el obligado
paréntesis de la centuria siguiente, llega a su máxima expresión
a comienzos de las años cincuenta para desaparecer súbitamente
tras el Vaticano II. A diferencia de otras señas de identidad del
exorno de las Dolorosas como puedan ser la música, las flores o las
velas rizadas que han hecho distinción tradicionalmente entre hermandades
del centro o de barrio, de capa o de cola, más o menos serias o alegres,
en el enjoyado de sus Vírgenes no hubo una clara delimitación
entre los diversos tipos de hermandades, pudiéndose afirmar que todas,
en mayor o menor medida aceptaron esta moda.
Dado que la mayoría de las joyas
que se les colocaban a las imágenes eran prestadas por feligreses
y devotos, el hecho diferenciador en la cantidad y valor de las mismas venía
dado no por la economía de la propia hermandad o la extracción
social habitual de sus miembros, si no por la existencia entre su nómina
de hermanos de alguna familia que dispusiese de estos tesoros y gustase de
lucirlos portados por la Imagen de su devoción. Era habitual que hasta
las hermandades más humildes dispusiesen de alguna familia adinerada
o de la nobleza deseosa de ceder sus más preciadas alhajas para mayor
lucimiento de su Virgen. Como muestra de como esta tendencia fue seguida
por todo tipo de hermandades, digamos que según un recorte de nuestra
hemeroteca en la segunda mitad de los años veinte las tres imágenes
en las que el valor de las joyas que portaban era más elevado y cercano
al millón de pesetas de entonces, eran las de las tradicionales y
adineradas hermandades del Gran Poder y El Valle y la recién creada
de La Candelaria. Suponemos que en este último caso la aportación
de los herederos del Conde de Ybarra y la de los ricos comerciantes de la
zona de la Alfalfa que formaron en su nómina de hermanos fundadores
explicaría este sorprendente fenómeno.
Centrándonos en nuestra fotografía
de hoy de la bella Virgen de La O que evidentemente es ya la talla actual
de Castillo Lastrucci, vemos que luce la corona de plata dorada realizada
por Paco Bautista y estrenada en 1946. Para la estación de penitencia
se le han engarzado y adherido numerosas perlas, piedras preciosas y colgantes
de gran valor. Pero realmente donde la suntuosidad y abigarramiento de los
adornos de joyería llega al sumun es en el tocado y el pecherín,
siendo innumerables las alhajas portadas por la Santísima Virgen. Repárese
también en la profusión de pulseras, medallas y rosarios que
cuelgan de sus muñecas. La fotografía, fechable pues sobre
1950 .-