La Coronación de María
Santísima de La O se llevará mañana acabo, si el tiempo
lo permite, en un espacio urbano abierto, el Altozano, primera vez que esto
ocurre con una dolorosa sevillana. Esta práctica es bastante frecuente
en las hermandades de gloria, recuérdense los casos de la Virgen del
Rocío en la Aldea o de María Auxiliadora en la Puerta de Jerez.
Pero reparemos en que no es la primera vez que se plantea hacerlo con una
titular de una hermandad de penitencia de Sevilla. La coronación de
la Macarena, de la que acaba de conmemorarse ayer su aniversario, estaba prevista
que se realizara en un espacio amplio y abierto como la plaza de España
para dar cabida a la multitud de fieles que se esperaba recibir. Las lluvias
del final de mayo de 1964 lo impidieron y obligaron a improvisar una solución
de emergencia e la Catedral que, paradójicamente, al final quedó
como modelo para las siguiente coronaciones canónicas en nuestra ciudad.
La de La O será también la primera vez en que la ceremonia
se realiza en la margen derecha del río, aunque ya dos dolorosas trianeras
cuenten con el privilegio canónico. Este fenómeno no hace sino
remarcar el carácter profunda y puramente trianero de la Hermandad
de La O; como ya hemos afirmado en alguna ocasión, la más trianera
de las trianeras.
Como nuestro postrer homenaje a la Virgen
de La O, hemos escogido una antigua fotografía de nuestro archivo
en la que podemos admirar su paso de palio accediendo a la plaza del Altozano
en una tarde de Viernes Santo de los años veinte de la pasada centuria.
Curiosamente es el paso el que sufriría un cambio radical hasta la
actualidad, manteniéndose bastantes de los edificios y características
del entorno.
Del paso que vemos, prácticamente
nada persiste. La imagen de la dolorosa de La O, obra dieciochesca, fue profanada
en las primeras horas de nuestra guerra, al ser Triana junto a la parte norte
del casco histórico una de las zonas que quedaron fuera del control
del ejército nacional tras el levantamiento del 18 de julio, no siendo
hasta muy recientemente restaurada. Las piezas de bordado que vemos son todavía
las de las Hermanas Antúnez a las que hemos hecho referencia en nuestras
anteriores entregas. Destacan los monumentales respiraderos de gran anchura
y presididos por el escudo de la cofradía que serían sustituidos
por los actuales en 1939. Igualmente los finos varales que apreciamos en
esta toma serían sustituidos por los gruesos actuales obra igualmente
de Paco Bautista. Los pocos nazarenos que vemos en la presidencia del paso
lucen ya las elegantes y delicadas túnicas de raso morado que habían
adoptado en 1888.
La popularidad de la cofradía se
palpa en el abigarrado público que llena el Altozano y las calles
que en el desembocan. Al fondo vemos las estrecheces y soportales de la calle
San Jacinto que poco después sería ensanchada. En la esquina
con la calle San Jorge un solar espera la construcción de la preciosa
casa regionalista con azulejos, ladrillo visto y cierros metálicos
que construyera Antonio Arévalo en 1926. Poco más adelante echamos
en falta la torre de la antigua capilla del Carmen junto a la entrada del
mercado. La demolición de esta capilla, obra del arquitecto decimonónico
Balbino Marrón se proyectó en 1918 pero no se consumaría
hasta 1924 siendo reinstalado su característico reloj en el edificio
de "El faro" junto a la escalerilla del Tagua. Por ello podemos afirmar que
muy probablemente nuestra fotografía esté tomada en 1925, año
en que la cofradía efectuaba su salida sobre las cinco de la tarde
para estar a las seis y media en Campana y recogerse alrededor de la medianoche.