JULIO DOMINGUEZ
ARJONA Sevilla 12 de Febrero
de 2007
El próximo Domingo de Resurrección, 8 de
abril, se cumplirán 75 años de un hecho lamentable que supuso una de las
mayores pérdidas para el patrimonio material e inmaterial de nuestra
Semana Santa, el incendio de la parroquia de San Julian que conllevó la
pérdida de las imágenes titulares y la mayor parte de los enseres de la
hermandad de la Hiniesta. Dado que la propia hermandad afectada no se ha
mostrado animada a realizar algún tipo de exposición conmemorativa de
este hecho, limitándose a la especial disposición de sus imágenes
titulares en el Quinario y posterior besapie del Cristo de la Buena
Muerte y a la celebración de una misa el Lunes de Pascua, hemos creído
oportuno recuperar de nuestro archivo las fotografías que mostramos a
continuación.
La parroquia de San Julián es un templo
mudéjar de la primera mitad del siglo XIV de planta basilical con tres
naves y un acusado ábside que fue reconstruido en parte en el siglo
XVII. Posteriormente necesitó obras de restauración tras el terremoto de
Lisboa de 1755 y tras una tormenta con aparato eléctrico en 1881. Su
interior y techumbres quedaron destruidos por un incendio que todos los
indicios apuntan a que no fue en absoluto fortuito el 8 de abril de
1932. Las labores de reconstrucción iniciadas en la postguerra no
concluyeron hasta 1946, pero evidentemente no consiguieron recuperar el
esplendor previo, desconocido para la mayoría de los sevillanos
actuales. Por ello traemos hoy unas fotografías previas a esa fatídica
fecha que nos hacen hacernos una somera idea de las joyas que perdimos
hace 75 años en circunstancias que esperemos no se vuelvan a
repetir.
En la fotografía que encabeza estas líneas
realizada desde los pies de la nave central observamos alguno de los
retablos que ennoblecían la nave del Evangelio y sobre todo el
maravilloso retablo del altar mayor que se acoplaba al profundo ábside.
Estaba coronado por un crucificado tallado en 1647 por Felipe de Ribas
que la hermandad de la Hiniesta utilizó en sus salidas procesionales
entre 1907 y 1931 y probablemente también durante la primera época de la
hermandad anteriormente a su refundación en 1879.
En la siguiente fotografía podemos apreciar
con más detalle este retablo de madera dorada realizado en la segunda
mitad del siglo XVII, muy similar al que tallara Martínez Montañés para
el monasterio de San Isidoro del Campo. Se contrató en 1640 con el
arquitecto y escultor cordobés Felipe de Ribas pero no se concluyó hasta
que 1674 se trasladó a él la Imagen de la Virgen de la Hiniesta, imagen
gótica de gran valor y devoción de la que nos privaron las llamas. A
ambos lados del camarín central se disponían las esculturas de San
Julian y San Pedro. El segundo cuerpo estaba presidido por un magnífico
relieve de la Anunciación también obra del artista cordobés que nada
tenía que envidiar a los montañesinos. Las tallas que lo flanqueaban
correspondían a San José a la derecha y San Antonio de Padua a la
izquierda.
En esta fotografía podemos admirar la serena
belleza y majestad de la primitiva Virgen de la Hiniesta gloriosa, obra
gótica del siglo XIV que acababa de ser restaurada en 1912 por Manuel
Delgado Brackembury que le retiró las articulaciones que tenía en el
brazo derecho y que se le habían añadido para transformarla en imagen de
vestir.
La hermandad de la Hiniesta disponía de
capilla propia en la cabecera de la nave del Evangelio recubierta de
interesantísimas yeserías policromas de la época de su fundación por la
familia Tous. Poseía un retablo dieciochesco en el que se entronizaba la
preciosa imagen de la Dolorosa de la Hiniesta, imagen anónima del XVII
que se atribuía a Montañés, Gaspar del Águila o Juan de
Oviedo.
Alrededor de la misma ocho valiosísimas tablas
probablemente de Alejo Fernández representando diferentes escenas de la
vida de la Virgen y de las que reproducimos las correspondientes a los
Desposorios de la Virgen y a la Circuncisión del Niño Jesús.
En la misma nave del Evangelio había un
impresionante retablo de estilo rocalla en cuya hornacina principal
figuraba una imagen de San José con el Niño a continuación del cual se
encontraba la tribuna con un órgano de 1834.
Todas estas maravillas desparecieron en el
citado incendio así como desaparecieron numerosos objetos de culto de
orfebrería.. Algunos de ellos que se recuperaron en 1932 entre los
escombros, desparecieron definitivamente en el incendio y saqueo de la
iglesia de San Marcos en la noche del 18 de julio de 1936. Como muestra
de ellos mostramos un bonito cáliz de cristal de roca y plata del
XVI
Una singular crismera de plata dorada de
principios del XVII. lamnetablemente destruida
Por último exhibimos un banco tallado del
último cuarto del siglo XVIII en el que junto a símbolos eucarísticos
observamos los atributos de Santa Lucía (los ojos en una bandeja) y que
procedía de la desaparecida iglesia del mismo nombre, desalojada tras la
desamortización.