JULIO DOMINGUEZ ARJONA Sevilla 30 de Marzo de 2007
Cuando estas líneas estén a disposición
de todos los seguidores del Coleccionable, estaremos, D.m., disfrutando en
Sevilla de los días más hermosos del año. Todavía
no habrá empezado a escapársenos la Gloria de entre las manos
... y estará La Soledad esperando nuestro beso, nuestro primer beso
de sevillano de la diáspora, en su capilla en San Lorenzo. Como cada
año queremos culminar nuestras entregas de Cuaresma del Coleccionable
con un homenaje a la Virgen de la Soledad, Ella que abre y cierra cada año
nuestra Semana Santa. Desde el Besamanos hasta el broche de la saeta del
Sacri.
Este año además las dos hermandades
de penitencia que tienen como principal titular a la Virgen de la Soledad
están conmemorando de manera ejemplar sus efemérides centenarias.
La Hermandad de San Lorenzo celebra los 450 años de su fundación
para lo que ha elaborado un completísimo programa de actos de todo
tipo en el que, a cambio de no caer en la tentación de la “extrordinaritis”,
nos ha dejado el regalo de un libro excepcional sobre su historia. La Soledad
de San Buenaventura, de nómina y economía más modesta,
conmemora sus primeros 350 años de historia y, evitando así
mismo la salida extraordinaria, ha promovido también la edición
de un libro sobre su dilatada trayectoria como hermandad. Sirva pues esta
pequeña aportación como reconocimiento a lo que Sevilla y su
Semana Santa debe a estas dos venerables corporaciones.
Lo recentísimo y completo de estos
libros ha dificultado la búsqueda dentro de nuestra colección
de imágenes realmente inéditas. Al final no hemos decidido
por la que encabeza esta última entrega del Coleccionable. Una insólita
Virgen de la Soledad coronada. Todos estamos acostumbrados a admirar la peculiar
hermosura de María Santísima de la Soledad de San Lorenzo tocada
con una diadema y no recordamos haberla visto ni al natural ni en fotografía
portando una corona. En nuestra fotografía la Virgen hubo de recurrir
a una corona de plata dorada prestada por una corporación vecina,
mientras se restauraba su tradicional diadema en un taller cordobés.
La ocasión para ver esta insólita estampa tuvo lugar durante
los tres días del Besamanos de febrero de 1967. La hermandad benefactora
fue la de las Penas de San Vicente que prestó la corona procesional
de María Santísima de los Dolores.
Se trata de una corona
de plata dorada donada por el Grupo Joven de la Hermandad de San Vicente
y labrada por Jesús Domínguez Vázquez en 1961. De canasto
hexagonal con seis hornacinas en los ángulos que albergan ángeles
con atributos pasionistas y con óvalos en las caras con escenas de
la vida de la Virgen. La ráfaga con rayos de varios tipos está
centrada por el escudo despiezado de la hermandad sobre el que se yergue
una preciosa cruz con piedras preciosas. Esta joya sigue ciñendo las
sienes de la Virgen de los Dolores en sus salidas procesionales pese al tiempo
transcurrido dada su notables calidad y originalidad