JULIO DOMINGUEZ ARJONA Sevilla 12 de Marzo de 2007
El próximo viernes
podremos admirar en el Tesoro Litúrgico de la Hermandad del
Gran Poder la conocida como túnica de "los cardos" una vez
culminada su restauración por los Talleres Santa Bárbara.
Este hecho nos ha hecho rebuscar en nuestro archivo alguna antigua
fotografía relativa a la misma, así como sistematizar las
túnicas procesionales bordadas realizadas para el Señor
hasta que hace casi un siglo se tomara la decisión de utilizar
túnica lisa, decisión esta que hecha excepción
de las salidas extraordinarias se ha mantenido hasta la actualidad
con la única excepción de la Semana Santa de 1948.
Tres son las túnicas
bordadas procesionales que el Gran Poder conserva en su ajuar. Son
conocidas como "la de la corona de espinas" obra de Teresa del Castillo
estrenada en 1857, la mencionada "de los cardos" bordada por las
Hermanas Antúnez según diseño del prioste de la cofradía
Emigdio Serrano y estrenada en 1881 y por último la famosa
"túnica persa" obra de Juan Manuel Rodríguez Ojeda
en 1908. Pues bien, en nuestra deteriorada fotografía de
hoy, vemos al Gran Poder revestido con una túnica bordada
que no corresponde a ninguna de estas. Algunos investigadores han
emitido la hipótesis en base a su similitud estilística
con una túnica documentada del Señor de Pasión de que
se pudiera tratar de la túnica bordada por Manuel María
Ariza en 1854. Lo curioso es que esta túnica sólo
fue utilizada en la Semana Santa de ese año, eso sí
en la que el Gran Poder procesionó tanto en la Madrugada
como en la tarde del Viernes Santo al formar parte del Santo Entierro.
Al desvestir al Señor tras la Semana Santa, la prenda se rasgó
y tuvo que ser devuelta al taller del bordador. Éste, que
no había podido cobrar su trabajo, retuvo la túnica,
interponiendo la hermandad una demanda judicial que fue infructuosa.
La hermandad hubo de desistir de recuperar la túnica que
quedó en poder del artista tras devolver éste el anticipo
ya cobrado que fue empleado en sufragar la túnica de Teresa del
Castillo estrenada tres años después. A partir
de ahí el rastro de la túnica se pierde totalmente
por lo que es posible que se desbaratase reutilizándose lo
bordado para otras obras.
De ser cierta esta identidad
entre la túnica de Ariza y la de nuestra fotografía
nos llaman la atención dos fenómenos. Primero, la fecha
tan temprana de la fotografía, realizada indefectiblemente
en 1854. Pensemos que la primera fotografía, conocida entonces
como daguerrotipo, no se realizó en Sevilla por Vicente Casajús
hasta 1842. Durante los primeros años y hasta los años
sesenta los daguerrotipistas, casi todos de origen extranjero, debían
realizar sus tomas con luz solar en las azoteas. Nuestra fotografía,
contenida en un álbum con 32 ilustraciones de Semana Santa
de principios del siglo XX, cuenta con la firma Peralto en el ángulo
inferior derecho. Esta firma bien podría corresponder a la
del fotógrafo Antonio Peraltó y Mosquera activo en la década
de los ochenta del siglo XIX. En cualquier caso no puede descartarse
que nuestro Peraltó se limitase a reproducir fotografías
más antiguas. En una postal del prolífico Manuel Barreiro
editada entre 1915 y 1923 se reproduce también una foto muy
similar, si no igual a la nuestra.
También llama
la atención que en numerosos retablos cerámicos realizados
a comienzos del siglo XX aparezca reproducido el Gran Poder revestido
con esta fugaz túnica. Tengamos en cuenta que de ser cierta
esta teoría cuando se ejecutaron estos retablos hacía
más de cincuenta años que la túnica de Ariza
había desaparecido del ajuar del Señor. Resulta difícil
de entender porqué no se emplearon como modelo fotografías
más recientes ya que en esa época ya era muy fácil
disponer de ellas