Terminamos hoy este pequeño serial
dedicado a significados personajes soleanos que han dejado huella con sus
obras, literarias y artísticas, en la personalidad de la señera
Hermandad de San Lorenzo. Citábamos de pasada en nuestra anterior
entrega al Maestro Curro como director general de los trabajos de talla y
dorado del paso de las azucenas y pensamos que este gran soleano merecía
un artículo especialmente dedicado a él.-
Francisco Ruiz Rodríguez (1884-1961),
a quien en Sevilla todo el mundo conocía como el "Maestro Curro"
, fundó en 1913 un taller de talla
y dorado en la calle Siete Revueltas del que salieron durante las cuatro décadas
siguientes algunos de los mejores pasocristos de la Semana Santa de Sevilla
(San Bernardo, Amargura, San Isidoro). Su vinculación con la Hermandad
de la Soledad comenzó en 1918 con la reforma del antiguo paso de 1875
probable obra del taller que Juan Rossy tenía en la calle Génova.
Estas andas, ajenas al estilo neogótico tan en boga en el último
cuarto del siglo XIX, se diseñaron inicialmente para portar detrás
de la Virgen un dosel de madera del que colgaban cortinajes que guardaba
una gran similitud con el que cubría el trono de Herodes en el paso
de misterio de la Amargura, obra también de Rossy. Su mal estado de
conservación obligó en 1902 a sustituirse por la Cruz arbórea
que ahora nos parece tan característica y que persistió hasta
1923. En ese año volvió a enmarcarse la Virgen de la Soledad
con un dosel de madera tallado. Dado que el dosel primitivo se había
enajenado se encomendó, tras el correspondiente concurso de proyectos,
al Maestro Curro la construcción de un nuevo dosel. El diseño
de este no tenía nada que ver con el anterior, prescindiéndose
de los cortinajes e incorporando en su crestería dos ángeles
tenantes de un escudo con maría. Su elevada altura junto con la imposibilidad
de reducir la misma por algún artilugio análogo al empleado
para bajar la cruz hicieron muy dificultosas la salida y la entrada en la
parroquia del paso de la Soledad. Por este y otros motivos este nuevo dosel
sólo fue utilizado en los Viernes Santos de 1923 hasta 1926, recuperándose
al año siguiente la Cruz que ya se mantendría hasta nuestros
días.
El dosel se utilizaría poco tiempo
después, concretamente el domingo 19 de mayo de 1929, en la suntuosa
procesión mariana organizada con motivo del Congreso Mariano
Hispano -Americano. A las cinco en punto de la tarde una grandiosa comitiva
se puso en marcha por la puerta de San Miguel de la Santa Iglesia Catedral.
Tras varios pasos con imágenes marianas que habitualmente no reciben
culto externo, como Nuestra Señora del Buen Aire de San Telmo, la
Inmaculada de San Buenaventura o la Virgen de la Merced de la Asunción,
un curioso paso portaba el cuadro de la Virgen de Guadalupe de la Catedral
que iba enmarcado en el dosel que había sido utilizado tan fugazmente
por la Soledad. Este paso, que la prensa de la época calificó
de muy original iba adornado por claveles multicolores (sic), alumbrado por
ricos candelabros y escoltado por congresistas de Extremadura y Centro-América.
Posteriormente el dosel sería vendido a la Macarena que lo utilizaría
durante su estancia en la Iglesia de la Anunciación.