JULIO DOMINGUEZ
ARJONA Sevilla 18 de
Septiembre de 2005
Abandonamos hoy la actualidad y nos centramos
en una foto insólita aunque perfectamente localizada en el tiempo y el
espacio. El Cristo de las Aguas sólo en su paso de Semana Santa,
desprovisto del resto de figuras que componen su tradicional misterio.
La hermandad de las Aguas ha pasado por muchas vicisitudes y cambios de
sede, pero sin duda la mayor adversidad sufrida fue el incendio de su
altar en San Jacinto en la madrugada del 29 de octubre de 1942. Perdió
en él todas sus imágenes (VER), además de enseres y documentos.-
El entonces único paso se salvó por guardarse
en un almacén del barrio León. La hermandad se rehizo rápidamente del
golpe sufrido y antes de acabar 1942 había trasladado su sede al otro
lado del río, a la iglesia de Santiago y había concertado con Antonio
Illanes, autor también del anterior Cristo desaparecido
( VER ) , la adquisición de un magnífico crucificado con
el que había obtenido en 1941 la Medalla de Plata en la Exposición
Nacional de Arte Sacro.
La fotografía de hoy está tomada en el
interior de la iglesia de Santiago en la Semana Santa de 1943, días
después de ser bendecida la nueva talla del Cristo de las Aguas por el
párroco y director espiritual de la hermandad, don Obdulio Méndez
Ortega, el 19 de marzo. Aunque para algunos pueda ser irreconocible, el
paso sobre el que figura el crucificado es el estrenado en 1929 obra de
Guillermo Muñiz en madera oscura y que la cofradía ha venido utilizando
hasta muy recientemente. Las mayores diferencias del paso de entonces
con el que hemos conocido hasta 2003 se concretarían a mediados de los
sesenta en que se realiza la sustitución de los característicos faroles
de forja por unos candelabros de guardabrisas que pertenecieron a la
Virgen de la Alegría y posteriormente al paso del Nazareno de San Roque,
la incorporación de cuatro evangelistas de Paz Vélez en las esquinas del
canasto y el dorado de parte de la talla de respiraderos y canastilla a
la que se añadiría en 1973 la cartela frontal con el escudo de la
hermandad.
Era pues un paso concebido para albergar cinco
figuras y en el que tras el incendio sólo había dado tiempo a reponer la
imagen del Cristo. Para que este se encontrase menos desabrido se le
hizo escoltar por dos ángeles ceriferarios que le fueron cedidos a la
hermandad y que portaban faroles de orfebrería.
El resto de imágenes del misterio se fueron
estrenando durante los años cuarenta. Así al año siguiente el Cristo ya
sale acompañado de la Virgen del Mayor Dolor, obra de autoría
controvertida, y de un San Juan de Illanes que sería sustituido en 1973
por el actual de Álvarez Duarte (VER ). En 1946 se incorpora un ángel obra de Francisco Pascual
que sería cambiado en 1962 por el actual de Juan Abascal, y en 1947 se
completaría el misterio con la Magdalena de Antonio Eslava, retirada en
1998 por otra de Álvarez Duarte.
Sirvan estas líneas de recuerdo de este
sencillo paso, entrañable y singular que la Semana Santa ha perdido
recientemente al ser sustituido por un nuevo "barco" dorado y barroco
que se encuentra en fase de ejecución