JULIO DOMINGUEZ ARJONA Sevilla 23 de Noviembre de 2006
Don Victor José Gonzalez Ramallo, nos hace
una nueva e interesantisima entrega
La La celebración esta semana en Sevilla
de la Feria Internacional del Caballo de Pura Raza Española , nos
ha hecho rebuscar en nuestro archivo fotográfico alguna escena de
nuestra Semana Santa en la que el caballo jugase un papel importante. Pese
a que previamente se había tratado el tema en anteriores entregas
del Coleccionable ( VER, VER
) , nos ha parecido de interés traer la fotografía
de hoy del paso del Santísimo Cristo de la Exaltación para
explicar de forma pormenorizada los afortunados cambios de figuras y de
su disposición en el misterio llevados a cabo por Ricardo Comas
Fagundo en 1960.
La escena captada corresponde a una tarde de Jueves Santo de los años
cuarenta, cuando la hermandad de Santa Catalina, probablemente todavía
revestida de las elegantes túnicas de alpaca morada, cumplimentaba
a la Casa de Alba a las puertas de su Palacio. Coincidiendo con pasar a
procesionar transitoriamente en tercer lugar del Viernes Santo en la segunda
mitad de los años cincuenta, la cofradía sustituyó
la bajada por Dueñas para empezar a utilizar la calle Gerona, itinerario
de ida consolidado actualmente para acceder por Santa Ángela y Alcázares
a la Encarnación.
La fotografía de hoy tiene el mérito que su visión
lateral nos permite apreciar con bastante nitidez la composición
del misterio de la Exaltación previa a la reforma de 1960. Lo primero
que nos llama la atención es la deficiente calidad de las tallas
de los dos caballos que ocupan la trasera del paso. Estas tallas no eran
las originales del taller de la familia Roldán, sino unas realizadas
en 1902 por Emilio Pizarro, autor también de sus jinetes. La ejecución
de los dos briosos corceles por Juan Abascal supuso una notable mejoría
en la calidad artística y escenográfica. Los romanos que
montaban los caballos cambiaron su disposición. Así el que
vemos en primer término montado, pasó a figurar descabalgado
y sujetando las riendas y una lanza en el costero derecho. Por contra el
que montaba el caballo derecho pasó a la izquierda, permaneciendo
sentado y portando la sentencia en la mano, por lo que Francisco Rincón
en una detalladísima monografía sobre la hermandad, lo identifica
con el centurión Quinto Cornelio. También detrás de
la cruz vemos a un sayón portando una escalera que sería
suprimido dado su lamentable estado de conservación.
La delantera el paso es la que sufrió cambios más acusados.
Así vemos como antiguamente figuraban cuatro sayones, dos a cada
lado dándose la espalda dos a dos, lo que sin duda, dificultaba
la visión frontal del Cristo. La solución de Ricardo Comas
fue eliminar el característico sayón con la tuba del lado
derecho y reconvertir al pregonero que leía la sentencia en sayón
agachado que ayuda a encajar la cruz. De los dos sayones que tiran de las
cuerdas para elevar la cruz, el de la derecha fue vuelto hacia delante
pasando la soga por encima del hombro. Los dos ladrones que figuran en
nuestra fotografía en paralelo tras la cruz, fueron inicialmente
separados hasta que se ubicaron, de nuevo juntos, en el costero derecho.
Por último el Cristo fue elevado unos grados más con lo que
mejoró notablemente su visibilidad si bien a costa de dificultar
la salida por la puerta lateral de Santa Catalina al tropezar el INRI con
el dintel.
Volviendo a los dos caballos que han motivado esta entrega, fueron vendidos
a una bodega jerezana de donde pasaron a un anticuario norteamericano.
Recordemos que esta suerte, aunque sin salir de nuestras fronteras, fue
la que siguió otra figura ecuestre procesional de Emilio Pizarro,
el antiguo caballo del Longinos de la Lanzada sustituido por el actual
de Elías Garó en 1987 ( VER
). En este caso la pista se pierde en un anticuario del madrileño
Mercado de la Puerta de Toledo.