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De las perdidas clases de entierros  
 
Estampas de Sevilla 



 
De las perdidas clases de entierros       

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JULIO DOMINGUEZ ARJONA
22 de Octubre  de 2011

Hubo un tiempo no muy lejano que los entierros, eran como los hoteles, los restaurantes o los vagones de trenes, de primera, segunda o tercera categoria .-

Entierro de Primera.  La parroquia llevaba su cruz alzada por el sacristán y dos monaguillos, con ciriales a cada lado de la cruz procesional y los sochantres (que eran los sacristanes que cantaban). Los  sacerdotes  con sotana y sobrepelliz, un sacristán con incensario, dos monaguillos con la naveta de incienso y el acetre con el hisopo. Junto a la carroza fúnebre se situaba el terno, que eran tres sacerdotes vestidos con dalmática, estola y pluvial negro que solía ser de terciopelo. La carroza fúnebre iba tirada, según la posición económica de los familiares, por seis caballos enjaezados de negro. -

Entierro de Segunda. El entierro de segunda clase llevaba tres sacerdotes vestidos de dalmática, más simple que el entierro de primera, cuatro monaguillos, el sacristán con la cruz y el sochantre con el acetre y el hisopo. No llevaban incienso. La carroza fúnebre iba tirada con 2 ó 4 caballos.

Entierro de Tercera. En el entierro de tercera clase iba el sacerdote con capa negra, el sacristán con la cruz, el monaguillo con la naveta del incienso y el acetre con el el hisopo, y la carroza fúnebre iba tirada con un solo caballo.-

El entierro del "Amor de Dios" era para los pobres de solemnidad, ( un entierro que hoy en la Ex-paña zetapetista y rubalcabesca tendría total vigencia )  llevaba un solo sacerdote y una cruz sin monaguillo. El difunto era llevado solo un furgón. Para la conducción del cadáver nunca había diácono o subdiácono con dalmática y tunicela.

En todos los entierros, salvo en el del Amor de Dios, iban los sacerdotes en silencio a la casa del difunto y precedidos de la cruz y ciriales. El párroco asperjaba el féretro con agua bendita, con el hisopo, y decía sin canto, "si iniquitates". Después era conducido a la Iglesia en la carroza fúnebre con los caballos que le correspondían según la categoría contratada.

En el pescante  de la carroza fúnebre se sentaba el carrocero vestido con frac y sombrero de copa, el caballo o caballos, según la categoría del entierro, iban enjaezados de negro, y las coronas eran de tela; una vez enterrado el difunto las carrozas se volvían con las coronas para ser utilizadas en otros entierros.-

Estas costumbres se vinieron practicando en Sevilla  hasta mediados del pasado siglo XX . A partir de esta fecha comenzaron a verse los primeros coches de motor funerarios.-

Por todo ello el inmortal "caso verídico" de Paco Gandia, titulado "Un  gran entierro en Sevilla" , además de un clásico de humor, tiene todo un valor etnógrafico funerario perdido .-








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