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JULIO DOMINGUEZ ARJONA 5 de Febrero de 2012 Visto que ya hay pasos
montados por Sevilla, pues retomamos esta sección, que es del gusto
de tanto seguidores, como detractores, y como decía nuestro querido
Paco Gandia, son todos casos verídicos y auténticos, aunque
con algunos datos modificados para preservar la intimidad de los
protagonistas de la mismas .-
Ayer les hablaba del "rito y la regla" y en cada hogar cofradiero, hay sus ritos y sus reglas como es la limpieza y planchado de la túnica, asi como "vestirse de nazareno" que como los toreros, necesita de un/a voluntario/a moz@ de espada, que lo ayude .- Respeto a la limpieza y planchado hay dos caminos, o en casa, ( que tiene su cierta complejidad por el tamaño de las prendas ) o recurrir a la tintorería , como así hizo el protagonista de nuestra historia .- Hombre organizado fue con tiempo suficiente, a este tipo de establecimiento para que su túnica y antifaz, estuvieran perfectamente preparadas para hacer su estación de penitencia . Llegado el día la recogió y lo colgó cuidadosamente en su cuarto , de una puerta del armario , con el gancho de la percha torcido . De esa manera, era lo primero que veía al levantarse y lo último que veía al acostarse , como un rito que había adquirido desde su ya alejada infancia , con su puntito de ilusión .- El impoluto hábito nazareno estaba en su funda de plástico para preservarla de suciedad alguna y así hasta que llevó el ansiado día de la salida procesional . Por la mañana agarró la percha y con todo el cuidado del mundo la introdujo en su coche, para llevarla a casa de unos amigos donde tradicionalmente se vestían todos juntos y partían para el templo de donde salía su Hermandad; para después regresar, cambiarse, cenar y dejando el vehículo estratégicamente aparcado, para facilitar el regreso .- Tras almorzar procedieron a vestirse de nazareno, y nuestro amigo, que era mas alto de la media, sacó primorosamente la túnica de su funda , colocó el antifaz sobre el cartón , y cual no sería su desagradable y angustiosa sorpresa, que toda aquellas prendas le resultaban pequeña como varias tallas . Todo le quedaba chico a poco mas de una hora de hacer su estación de penitencia .- La explicación era tan sencilla , como que en la tintorería le habían pegado accidentalmente el cambiazo a sus ropas, por la del otro hermano de la misma Hermandad de una talla mas pequeña y el en todo este tiempo , no la había sacando de la funda. Le quedaba todo muy corto, pero era ponible, como si hubiera pegando un tremendo estirón ( aunque ya no tuviese edad para estas cosas ) . - Lo peor era el antifaz , al no coincidir los ojos quedaban tapados por el cartón . Afortunadamente en la casa se contaba con otros capirotes, que se recortaron y adaptaron lo mejor que se pudo haciendo unos ajustes con papel adhesivo de celofán , entre el tamaño de la cabeza y la visibilidad con los agujeros para los ojos . El problema era subsanable, aunque la imagen resultaba penosa, entre las bromas del resto de los amigos, unido al desconcierto y disgusto del protagonista de nuestra anécdota. Al final tuvo una tortuosa estación de penitencia, al pegársele los pelos en el papel adhesivo y constantes tirones, para poder ver por un antifaz completamente desajustado , unido a algunos comentarios ocasionales entre risitas de observadoras señoras , de lo corta que le quedaba la túnica por todas partes ; vamos un suplicio, como comento al final de las misma , entre las crueles risas de sus contertulios .- Cuando acabó la Semana Santa fue a la tintorería para recuperar su recién estrenada túnica que había sido cambiada , lo cual fue infructuoso, pues el otro nazaren@ , al parecer resulto beneficiado al encontrarse con una túnica nueva, que por lo visto le estaba bien y decidió quedarse con ella . Por lo que nuestro pobre amigo tuvo que acabar haciéndose otra a su medida .- Moraleja, aún a riesgo de que coja alguna arruga de mas, pruébese la túnica y el antifaz con tiempo , para no verse en un trance como este .- VER : EL MISTERIOSO CASO DE LA TINTORERIA .-
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